ARTURO GONZÁLEZ CRUZ… El Javier Duarte de Tijuana, dilapidó 20 millones mientras los tijuanenses morían de Covid.
Cada vez salen más pruebas de que a Luis Arturo González Cruz, alias “El Gallo”, lo enloqueció el poder.
Hoy, EL MEXICANO revela como, mientras Tijuana se hallaba encerrada, preocupada, con miedo, en aquel marzo donde la pandemia llegó a nuestro país y al estado, González Cruz se dedicaba a despilfarrar el dinero de las arcas públicas, el dinero de las mismas y los mismos tijuanenses, en promover su gobierno y satisfacer sus desenfrenadas ambiciones.
González Cruz se gastó casi 20 millones de pesos en ese fin, pero, además, con una opacidad infinita, otorgando contratos por adjudicación directa a empresas que no existen o cuya dirección, al menos, no es la que aparece en el contrato.
A un joven que apenas tiene cinco años de haberse graduado, le otorgaron un contrato de 200 mil pesos por adjudicación directa. Imagínese.
Por otra parte ¿Cuántas pruebas rápidas de Covid-19 se hubiesen podido adquirir con esos 20 millones de pesos? ¿Cuántos contagios se hubiesen prevenido y cuántas vidas se habrían salvado?
¿O a cuantos comercios, restaurantes, MiPyMES, se pudieron apoyar con esos 20 millones de pesos, evitando su cierre y la consiguiente pérdida de empleos?
Llama la atención que, de esos 20 millones de pesos, muy buena tajada se le entregó a empresas y personajes regiomontanos. Por ello, es necesario recordar que dos de las hijas del alcalde, Minerva Estela y Angélica Graciela, ambas de apellidos González Terrazas, vivieron, estudiaron y se graduaron en Monterrey ¿Qué entramado hay detrás de tanto desprendimiento de este gobierno municipal hacia gente de Nuevo León? ¿O a poco no hay tijuanenses que pudiesen llevar a cabo esos trabajos y más barato?
Resulta indispensable que la Auditoría Superior del Estado, así como la Secretaría de Honestidad y Función Pública, revisen esos contratos, de los cuales EL MEXICANO dará a conocer más al inicio de 2021. Sobre todo porque todos se firmaron cuando el país estaba confinado y con prisas, justamente como cuando se pretende ocultar algo. Pero aunque se escondan bajo la alfombra, los manejos indebidos del dinero público siempre terminan descubriéndose por la pestilencia que emanan.