El día de ayer, domingo 15 de agosto, los talibanes entraron en Kabul, capital de Afganistán, y forzaron la retirada del presidente afgano, Ashraf Ghani.
Ghani declaró en su página de Facebook que abandonó Afganistán para evitar más derramamiento de sangre. “Para evitar la inundación sangrante, pensé que era mejor salir”.
Después de que el Gobierno estadounidense de Joe Biden ratificara el pasado abril la decisión de abandonar el país, las tropas insurgentes han ido ganando terreno al ejército afgano a medida que Estados Unidos se retiraba.
Ante esta situación, países como Estados Unidos, Reino Unido y España han iniciado la retirada de sus embajadas y la repatriación de sus ciudadanos.
Recordemos que en febrero de 2020, el expresidente de Estados Unidos Donald Trump anunció que en un periodo de 14 meses sacaría a los militares estadounidenses que quedaban en Afganistán del país. Esta decisión era el resultado de las conversaciones de paz mantenidas entre la Casa Blanca y los talibanes en Qatar. Marcaba, además, una línea continuista con la acción exterior de Barack Obama, que en 2014 declaró su voluntad de poner fin a los combates en la zona.
La Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, ha alertado de las implicaciones de lo que está pasando en Afganistán y el regreso de los talibanes a Kabul. “Están imponiendo severas restricciones a los derechos humanos en las zonas bajo su control, especialmente dirigidas a las mujeres”.
Si los talibanes optan por volver a imponer las normas que imperaban en el país hasta la entrada de las fuerzas internacionales en 2001, las mujeres tendrán prohibido, acudir a la escuela, deberán cubrir su cuerpo íntegramente con el burka y no podrán salir a la calle si no están acompañadas por un varón de su familia.