Colosio, Quiero platicar con vos:
Jaime Martínez Veloz
Como dicen de Chiapas hasta la Patagonia, “quiero platicar con vos”.
Te conocí en la sala de espera del Periódico “Vanguardia” de Saltillo, propiedad de Armando Castilla.
Fue en 1989, tu eras presidente del PRI, y yo un empedernido luchador social.
La plática inicial se convirtió en debate, pero tu actitud fue tolerante.
Aceptaste los temas de la discusión, defendiste el partido que dirigías, pero aceptaste la crítica,
Aceptaste el reto y me lanzaste otro: ingresar a tu partido, para cambiarlo por uno de otro tipo, que entendiera la nueva realidad del país.
Me invitaste a incorporarme al Movimiento para el Cambio Democrático, que dirigía dentro del PRI, mi amigo, Julio Hernández López.
La decisión no fue sencilla, pero el entusiasmo de Julio, sus ideas y su invitación a la rebeldía, fueron, factores que contribuyeron a aceptar tu invitación.
Para entonces, me encontraba coordinando un Programa de Mejoramiento de Vivienda para el Gobierno de Eliseo Mendoza Berruelo.
La primera queja que recibiste de mí, fue de parte de los caciques priístas laguneros, acerca de que yo privilegiaba en atención a los cardenistas.
Te explique el método, el recorrido social del programa.
Después de escucharme, me pediste que ojalá esa experiencia pudiera aplicarse en otras regiones del país, y con respecto a la queja caciquil, con tu sinceridad norteña me dijiste “mándalos a la chingada” y agregaste una ¡en el campo lagunero se necesita ser muy pendejo o malagradecido para no reconocer la figura del General!
Tu respuesta me gustó, y alegremente los mande doblemente al lugar donde me dijiste los mandara.
Al año de eso, Mario Luis Fuentes, a petición de la CFE, por conducto de Heleno García, me solicitó la realización de un proyecto de Reacondicionamiento de Vivienda Popular en Mexicali, cuando lo terminé, el propio Mario Luis, me pidió unas tarjetas acerca de mi percepción de la realidad política bajacaliforniana.
Te las llevó a ti, al Dr. Zedillo, a Carlos Rojas y después me invito a comer unos tacos, para “informarme” a bocajarro de la decisión de ustedes para que yo me hiciera cargo del Programa de Solidaridad en la zona costa de BC.
A Mario le dije ¿Qué chingaos te pasa?, ¿Qué voy a ir hacer a un lugar donde no soy de ahí?, “por eso mismo”, tu no eres de ahí, como no lo son la mayoría de los que allí viven.
A regañadientes, acepte venir a Tijuana, por un lapso de seis meses.
Llevo más de 14 años y solo me voy muerto, de esta tierra donde se condensa la enorme complejidad social de nuestro México.
Mi paso por la SEDESOL, donde después fuiste mi jefe, fue controvertido pero ha sido la mejor experiencia dentro de la función pública en mi vida.
Ruffo terminó odiándome, ahora lo comprendo, el tenía carisma, ganó la gubernatura, era bueno para los negocios, pero de la política social, no entendía ni jota.
Me tiró con todo lo que pudo. Aunque no pudo mucho.
En el año de 1993, Tijuana sufrió el embate de unas lluvias torrenciales, en donde murieron decenas de Tijuanenses, miles de damnificados y casas destruidas.
Ante el desabasto de medicamentos y alimentos en la ciudad, me pediste a través de Mario Luis Fuentes, que fuera a México para traerme una dotación de estos insumos.
Conseguiste el avión Hércules de PEMEX y me trepaste en esa bodega que parecía de trailer de cabina doble. Oscura como una chingada, sin azafata, ni cinturones de seguridad, me agarre de las mallas que cubrían las medicinas y de donde pude, en medio de una tormenta que movía como matraca aquella bodega voladora.
Una botella de brandy Therry que llevaba en mi mochila, que le pensaba regalar a un amigo, me sirvió para atemperar los nervios.
A medios chiles, llegué a Tijuana como a las 4 de la madrugada, donde había cientos de brigadistas de solidaridad, organizados para el desembarque de los alimentos y medicinas.
Las entregamos al representante del municipio y la respuesta de los mandarines municipales panistas fue lapidaria. “Ningún medicamento, ni alimento para los comunistas de solidaridad”.
Recuerdo tu último viaje como responsable de la SEDESOL a Baja California, venias a un Foro sobre Ecología a Ensenada, me pediste que pasara por ti al aeropuerto de Tijuana y te llevara a Ensenada.
Llegaste junto con Mario Luis. Al pasar por las oficinas de la SEDESOL en Tijuana, me dijiste que vendrías de nuevo y te gustaría saludar a todos lo que ahí trabajaban.
Al pasar por la Plaza Río, como ya era de noche, se te antojó pararte a cenar comida china en el Restaurante “Dragón del Río”.
Terminamos de cenar y enfilamos rumbo a Ensenada.
El camino fue de un intercambio conciso de ideas, experiencias y propuestas.
Las convicciones eran la constante.
Había magia en el ambiente. Me hiciste saber tu desconfianza, en la cúpula priísta bajacaliforniana. “No confíes en ellos” me dijiste y nunca lo olvide.
También agregaste, “la base del Partido es otra cosa, pero cohesionarla, no es un asunto menor”.
En Ensenada nos hospedamos en el sencillo pero bello hotel “Las Rosas”.
Llegamos después de medianoche.
Por la mañana desayunaste con algunas personas que desconozco, conmigo tomaste un café y tus palabras las recuerdo como si las hubieras dicho ahora “con inteligencia, pero con firmeza hay que recuperar Baja California para un proyecto democrático y renovador”.
Luego te lleve al lugar del evento, te esperé y te acompaña al aeropuerto de Ensenada, saludaste a algunos compañeros de la SEDESOL y partiste a México.
Como candidato del PRI, viniste a Lomas Taurinas, donde construiste una pieza oratoria profunda y comprometida con un proyecto popular de Gobierno, ¡la ciudadanía a la Presidencia de la República!, ¡no le tememos a la competencia política, le tememos a la incompetencia política!
Después un mesiánico o manipulado lúmpen, sin verte a los ojos, por la espalda como solo lo hacen los cobardes y a mansalva te disparara dos tiros mortales.
Contigo se nos fue la esperanza de cambiar al país. Zedillo tu sucesor continuó, durante la campaña, con tu discurso. Pero ya sentado en la silla presidencial, se convirtió en un hombre desconocido.
La Reforma del Poder, quedo en el cesto de la basura.
Tu discurso del 6 de Marzo lo convirtieron oficialmente en reliquia partidaria.
En 1994, participe como candidato la Diputación Federal del sexto distrito en Tijuana y gane la diputación para el proyecto político que nos dejaste.
En esa legislatura Zedillo me propuso como parte de la Comisión para la Paz en Chiapas.
Su Gobierno firmó unos primeros acuerdos con el EZLN, pero luego se arrepintió y los desconoció. Me mandó decir que “considerara fracturada la amistad que según él nos unía”, debido a que vote en contra de la reforma constitucional para privatizar los satélites y los ferrocarriles.
Luego me mando pedir que influyera con mi hermano que es magistrado del tribunal electoral del DF, que lo persuadiera para que votara a favor de que le retiraran el registro a Andrés Manuel como candidato a la Jefatura de Gobierno del DF. Mi hermano lo mando por un tubo.
El PRI ya sin la Presidencia de la República en el 2002, realizó un simulacro electoral, donde en un pacto con tufo de mafia, se consumó un fraude electoral que permitió a Madrazo y Elba Ester apoderarse de la dirección nacional del PRI.
El día que tomaron posesión en sus cargos, los mande a donde me dijiste mandara a los caciqueS laguneros y renuncie al PRI.
Estoy convencido que si tu estuvieras con nosotros no estarías en el partido al que un día me invitaste.
La realización de tus ideales, no tendría cabida en ese almacigo de intereses, diatribas y descalificaciones.
Pero no todo son noticias malas, muchos de tus compañeros, seguimos luchando por tus ideales en diferentes trincheras.
Por último quiero decirte Luis Donaldo, que todavía faltan muchas plazas por tomar, muchos sueños por realizar, muchas cosas por cambiar, muchas ideas por germinar.
Los que temen a tus ideas te quisieron convertir en parte de la página roja, pero la fortaleza de tus convicciones y propuesta desborda cualquier intento de este tipo.
Eres patrimonio de todos, que en su mayoría ya no militamos en el partido que abandonó tu proyecto político.
Con un saludo compañero, donde quiera que te encuentres.
*Artículo Publicado el 12 de diciembre 2003, en el Semanario Zeta